jueves, 22 de agosto de 2013

Heineken, cerveza antitaurina





Las empresas ya son víctimas del animalismo: sus relaciones públicas deben basarse en el trato que tengan con los animales, pues la presión mediática de los grupos de defensa animal, a veces inexplicablemente fastidiosa, logra engañar a los relacionistas públicos. Una buena empresa, una de la que sea prescriptible comprar un producto, es aquella que garantice el respeto animal, así su producto no tenga nada que ver con animales. Hasta ese colmo de la estulticia hemos llegado. En este caso, la paradoja la entraña Heineken, una cerveza que se anuncia como antitaurina, mientras al mismo tiempo su marca luce junto a peleas de perros. ¿A qué se debe la contradicción? A ninguna: el lobby animalista enfila todas sus baterías contra el toreo, dejando a perros, gallos de pelea y demás animales en una zona donde mediáticamente valen poco. Esto responde a que el odio contra la tauromaquia es más fácil de vender públicamente, al conjugarse con restos de homofobia, xenofobia, monocultura e hipocresía. Heineken no se contradice al aparentemente patrocinar peleas de perros, mientras al mismo tiempo se suscribe al odio mundial contra la tauromaquia: simplemente perpetua la lógica animalista, la misma que ataca al toreo en Bogotá, pero suscribe un plan de ordenamiento territorial y protección animal que deja por fuera a los gallos de pelea. Lo mismo que la FLA, que en Medellín retiró su apoyo a la feria taurina, pero en Subachoque dispuso una carpa, impulsadoras y muestras gratis de su licor durante la corrida de Mondoñedo. Las empresas niegan su participación en todo esto, pese a estar ahí, a la luz, con sus productos, desdiciendo sus posturas públicas. Heineken negó su responsabilidad como empresa involucrada con peleas de perros, pese a las reiteradas denuncias de animalistas en México. Al mismo tiempo, maneja otras marcas de cervezas en dicho país tras la compra del grupo Cuauthémoc Moctezuma, marcas pues como Sol, Tekate e Indio, que venden sus productos y patrocinan directamente ferias taurinas de México.

Para resumir: la apariencia pública de las empresas reproduce la lógica animalista, con toda la carga de tontería que esto conlleva. Que Heineken se anuncie como antitaurina, no es una jugada de ficha a favor del respeto animal, del mismo modo que ninguna sociedad ha dejado de usar cruelmente animales, solo por abolir las corridas de toros. La imagen nos ayuda a ejemplificar la contradicción social, así Heineken niegue su responsabilidad, y quizá tenga razón.

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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".