martes, 21 de julio de 2015

Guachicono en Sogamoso



                                     PEQUEÑA Y PRESCINDIBLE INTRODUCCIÓN PERSONAL
Luego de salir de Bogotá y pasar por los campos de Cundinamarca, fértiles en su capa de humus, ascendiendo por Boyacá en la cuesta de La Germania hacia Tunja, a lado y lado de la carretera se podían ver unos 40 carros estacionados en desorden, como si sus conductores hubiesen apagado las máquinas en un momento inesperado. Frente a un estanque veredal, la ligera pausa en el verde constante, decenas de personas intentaban salvar a cinco pasajeros que estaban atrapados en un auto volcado en el agua. Entre las carreras de los policías y los rescatistas, se supo que acababan de sacar a un ocupante con vida. Luego, de alguna forma, la ambulancia pudo superar la extraña geometría de los vehículos estacionados en la vía. ¡Cuánta alegría se siente al saber que iba vivo! Es, en cierto modo, la misma tranquilidad que se alcanza cuando el parte de una enfermería de toreros arroja esperanza y nos dice que el herido no morirá. Dos horas después estábamos bajo una carpa entre la lluvia más fría del altiplano, junto a una plaza de toros. Nosotros, animales de frío, a cinco minutos de la corrida esperando su cancelación por mal tiempo, totalmente ateridos y con una cerveza enlatada, para colmo de lo absurdo. Al dar las cuatro en el reloj, a espera del fatídico anuncio de la cancelación, dejó de llover sin explicación alguna, así, como acto que no merece ninguna lógica, y el cielo se barrió de nubes señalando un hiriente y brillante sol en lo alto. Es la transición climática más extraña que he visto en mi vida, casi como un milagro ocurrido en cuestión de un minuto. Aunque debiera agradecerse a San Pedro, cuyas llaves los aficionados taurinos de Manizales siempre observan, este milagro acaso puede agradecerse a Bachué, diosa muisca de la lluvia. Al fin y al cabo estábamos en Sogamoso, antigua zipa imperial de Sugamuxi, para ver la corrida de Guachicono:

Flor de azar. Nº 497. 460 kilos de peso. Toro toricantano de ficha y hechuras, terciado, corniveleto, escurrido, negro mulato. Se empleó en un puyazo caído. Brutón y rebrincado de embestida, sin descolgar. Mejor por el derecho que por el izquierdo. Despenado de estocada contraria ejecutada con ortodoxia.

Demandante. Nº 475. 490 kilos de peso. Más en Alhama que en Guachicono. Estrecho de sienes, escurrido, levantado, salió derrengado a la arena. Se empleó en dos puyazos caídos por cada flanco de las paletillas. La falta de empuje en los riñones hizo mella en la muleta. Despenado con estocada caída al sartén.

Flor de Soledad. Nº 490. 470 kilos de peso. Afeitado en exceso para rejones. Alto de cruz, negro veleto y de gran esqueleto. Con muchos pies, desarrolló nobleza y se arrancaba presto en las telas de los peones a gran distancia. Despenado con dos rejones de muerte pasados y caídos, precedidos por cinco intentos en falso.

Canyaveño. Nº 493. 497 kilos de peso. Afeitado para rejones. Negro meano, bragado, axiblanco, estrecho de sienes y con edad. Desarrolló bronquedad y una embestida con nervio muy interesante. Planteó toda la lidia en los medios. Serio. Despenado con un rejón de muerte perpendicular.

Vinagriento. Nº 450. 469  kilos de peso. El más Guachicono de la corrida. Serio de armas, vareado. Negro mulato. Empujó en varas con bravura hasta romanear pese a tener el caballo acostado contra él.  Acosó a los peones en banderilleras. Noble y encastado en la muleta, aunque poseedor de una embestida con nervio que mereció mejor lidia. Duró nueve series hasta aburrirse. Despenado de tres pinchazos en los blandos, media lagartijera, siete descabellos, cinco puntillas, y un golpe final de cruceta. Encastado.

Fiestero. Nº 498. 479 kilos de peso. El menos Guachicono de la corrida, fue lidiado en colleras. Acapachado, sin remate y afeitado para rejones. Negro mulato sin entidad para plaza de segunda en Colombia. Manso cerrado en tablas, exigió mucho sitio para poder ser banderilleado. Fue despenado con medio rejón pasado y perpendicular y un golpe de cruceta pie en tierra. Malo.

Grandiosa entrada en sol. Mi última visita a Sogamoso fue hace tres años. Entonces la plaza estaba semivacía. El pueblo vuelve a la plaza ante el reclamo de Toros y de precios razonables. 
APUNTES SOBRE EL FESTEJO

Aunque el encierro de Guachicono no hubiese tenido trapío para plazas como Bogotá o Cali, ni luciese las descomunales armas que tanta fama le han granjeado entre la afición por sus anchos pechos y romana, su presencia era más que seria para una corrida en plaza provincial. Quien va a los toros, y a la plaza de toros, y no "a los toreros" ni a la "plaza de toreros", habrá salido del festejo con su afición satisfecha, por cuanto los toros de Guachicono, ricos en registros, exigentes para las telas y los caballos, listos contra los peones, sin regalar absolutamente nada, dieron espectáculo.

 

Al encierro le faltó el toro de bandera, bravo y boyante, que impusiera un ritmo de faena continuo. Es cierto, aunque debamos marcar un enorme paréntesis con lo ocurrido en la lidia de Vinagriento, lidiado en el cabalístico quinto lugar por Guerrita Chico.

Si me preguntasen si este torero debe su nombre al gran Rafael Guerra, paradigma total de la tauromaquia de finales del siglo XIX, diría enfáticamente que no, pues el colombiano carece de cualquier atributo que lo emparente con El Guerra. Diría más bien que debe su nombre al español Luis Guerrero, espada de los años 70, del que también desconocemos cualquier cosa y que se acartelaba con el mote de Guerrita Chico, tal como el colombiano. Pues bien, tanto tiempo después del siglo XIX y de los años 70, este torero se tuvo que ver con Vinagriento, un toro que impuso respeto desde que holló la arena con su dura pezuña.

Se había dicho que la corrida careció de ese punto de boyantía que termina de redondear un encierro, pero Vinagriento invocó con su dureza los míticos toros de Cenicientos, difíciles de matar y que causan pánico entre los de luces. En total el toro rindió tres capotes, tomó una vara larga en todo lo alto, acosó en banderillas y quedó con dos medios pares ante Guerrita Chico, quien armó la muleta sin tener en claro nada.  Antes, un peón había pareado casi que al sesgo sin tener nadie que le cortase el viaje al toro, lo que da cuenta del poco ánimo que tenían los toreros de oro y plata para lidiar con la prenda. Vinagriento puntueaba en la muleta por el pitón derecho, echando de menos un inicio mandón y por bajo que requería para aplacar su movimiento. El toro, no dejemos de señalarlo, se movió mucho, demasiado, tanto hasta hartarse de estar yendo y viniendo entre los viajes de un hombre que no quiso darle el sitio correcto, ni ponerse a torear. Se movió sin nobleza, con peligro emocionante si frente a él alguien quisiera plantearle pelea. Totalmente desbordado, sin darnos a conocer el buen pitón izquierdo del toro (por el que parearon los peones acosados) Guerrita se hizo con la espada; allí empezó la segunda parte de su faena, que constó de pinchazos y descabellos a destajo ante un toro que seguía encampanado, erigiendo su seria estatura. Y he aquí que con una estocada en las carnes, el toro al fin había doblado, cuando el inexperto puntillero empezó a marrar hasta parar al animal, que se arrancó con la bicoca de una media lagartijera y la misma puntilla en sus carnes. Siguió de pie (aunque los animales tienen patas), vendiendo cara su muerte, resistiendo los capotes y las ruedas de peones, con las dos heridas, derrochando su casta con una embestida aún con tranco y explicando que su lidia no estuvo a la altura. Tras doblar nuevamente, ser parado y volver a doblar, el puntillero marró nuevamente, levantando al toro y la indignación de toda la plaza. Guerrita, al descabellarlo finalmente, se salvó no solo de los tres avisos, sino también de la reprimenda que debió recibir por dejar ir un toro que exigía el sitio de los que quieren torear. El puntillero recibió toda la ira del respetable y Vinagriento fue ovacionado por algunos aficionados que habían entendido su dureza, envuelta en en el santo boato de la casta pura. Pensé rápidamente en Rafaelillo mientras lo arrastraban rumbo al destazadero impersonal y municipal. ¡Qué toro tan poco visto! ¡Qué impresionante aparición de la casta dura!


Y llegamos al momento desgraciado en el que se irrespeta al aficionado. En contraste con la seria tarde que dio Willy Rodríguez, la de Juan Rafael Restrepo fue un concurso lamentable con el puntillero. Hubo un momento en el que puso de cualquier forma una banderilla caída tras un caballazo a medio kilómetro del toro. Al clavarla, salió cabalgando con el brazo en alto, reclamando un reconocimiento con tal zalamería, que cualquier creería que acababa de ejecutar la banderilla que Diego Ventura puso con el caballo Sueño en Madrid. En tal punto llegó a nuestro tendido, donde el aficionado y amigo Serna le hizo un gesto de "no" con la mano. Visto esto, Juan Rafael Restrepo se fue cabalgando al otro extremo de la plaza, mientras le gritaba a Serna un sonoro insulto como respuesta. Esa habilidad para "rejonear" y gritar al mismo tiempo nos recordó de inmediato aquella corrida en Bogotá en la que un torazo de Orbes Huagrañan de 590 kilos persiguió a Juan Rafael en casi dos vueltas al ruedo, mientras el rejoneador le gritaba desesperado al peonaje "¡Quítenmelo, quítenmelo!" y su caballo iba tan rápido hasta hacernos creer que estaba desbocado, esto es, sin mando en la boca, como su caballero. Fue algo similar a la foto de arriba, cuando un Guachicono también le ganara la cara del caballo en locas carreras por todo el redondel de la plaza, mientra el rejoneador no encontraba hueco para salirse de esta encerrona. Los toreros, todos ego y pundonor, deben entender que el aficionado merece tanto respeto como el toro y ellos mismos, pues la tauromaquia es una trinidad que depende de cada una de sus partes. Sin público, no habría toros ni toreros. Uno no hace 500 kilómetros en carretera para ser insultado.

A la salida del séptimo toro abandonamos la plaza. Las corridas son de seis toros, como marca el rito y la tradición, por lo que el séptimo toro no entra en reseña. David Martínez tomó la alternativa con el toro Flor de azar, dejando unas verónicas muy mexicanas y una estocada bien ejecutada. La plaza registró 2/3 de entrada en tarde sin viento y con mucho sol.

Un alma inocente me dio este dibujo tras la lidia de Juan Rafel Restrepo a Flor de soledad. El sitio en el que dibuja las farpas lo dice todo.

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lunes, 13 de julio de 2015

Acelerado encierro de Miura en San Fermín 2015



La página oficial de San Fermín titula: Los Miuras han protagonizado el encierro más rápido de la historia. 
Miura ha roto el récord de tiempo en San Fermín al cumplir un encierro en 02:05, pulverizando por seis segundos la cifra que tenía la ganadería de El Pilar. Para tan trepidante carrera el balance de heridos, de apenas un trasladado, da cuenta de la gran cantidad de carreras bonitas y limpias que se pudieron ver. En Estafeta se verificó una hermosa carrera de relevos teniendo como referencia el grupo de miuras hermanados al que abría paso un cabestro. Huelga destacar la carrera de Sergio Colás. En definitiva, la carrera más bonita y emocionante de esta edición. Como dato sobre el milagro, el capotico de San Fermín de este encierro ocurrió en la entrada de la plaza. La pala del pitón de un Miura golpeó la nuca de un corredor inerme en el suelo. ¡Hasta el año que viene!







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domingo, 12 de julio de 2015

Veloz encierro de Garcigrande en San Fermín 2015


El encierro más rápido de San Fermín 2015 se registró hoy. Los Garcigrande completaron el encierro en 02:12, a un segundo de igualar el récord histórico de El Pilar. Una remembranza de no hace mucho se vivió con los resbalones de los toros en la curva de Mercaderes, de antes de la época del posmoderno antideslizante, cuando tres ejemplares, corredores y parte del cabestraje, se escurrieron en el suelo. Dos heridos por asta de toro, uno en pierna y otro en abdomen, son el balance milagroso de un encierro con peligro sordo por las caídas y las miradas de los toros. Se vieron buenas carreras en Santo Domingo y en Estafeta, como viene siendo habitual.




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Encierro del Conde de la Maza en San Fermín 2015



Bonito encierro de los herederos del Conde de la Maza. Los toros completaron el recorrido en un tiempo de 02:27. Una penosa realización de TVE impide captar las incidencias de un festejo donde tres toros perdieron la punta. Divida en dos la manada, y con suficiente espacio entre ambas partes, imaginamos que hubo carreras interesantes de lado y lado. Por desgracia la realización se empeñó en enfocar todo el recorrido de la punta, con la preminencia de los grandes cabestros. En últimas, poco se vio entre tanto. Algunas buenas carreras se vieron en Estafeta, lo que desde luego es la nota positiva del encierro. Muchos corredores experimentados, ya notables a lo largo de la feria, se dejaron ver con carrerones muy buenos.  Se reportaron dos heridos, ninguno por asta de toro.



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sábado, 11 de julio de 2015

Brutal encierro de José Escolar y pánico en San Fermín 20015



Brutal y duro encierro de José Escolar en San Fermín 2015. En total 80 atendidos, cuatro heridos por asta de toro y cinco contusionados fueron el resultado de una vibrante carrera donde los toros grises sembraron el pánico. Uno de ellos, pura codicia, se ensañó con los mozos en una valla y empitonó a dos al mismo tiempo, y antes a otro, quedando sus pitones tintos en sangre. Mientra tanto, a lado y lado de las calles los corredores caían al paso de los toros, empujados por la invisible fuerza del miedo. Acaso esta descripción peque de poética, pero es lo que ocurrió. Como dato anecdótico, y al igual que el encierro de Cebada Gago verificado en el año en el que nació el suscribiente, un toro se devolvió a los corrales de Santo Domingo luego de descolgarse lo suficiente hasta no ver al cabestraje. Se discutió si sacarlo al encierro con el cabestraje de escobilla pero finalmente la decisión tomada fue hacer un encierrillo solitario de los corrales de Santo Domingo a los del Gas, para luego llevarlo a la plaza en camión. Por tal razón no hay tiempo oficial del encierro, aunque los cinco que sí llegaron a la plaza completaron el recorrido en 2:35.
(Agradecimientos a los amigos de porelpitonderecho.com por el HTML)





Fotos: sanfermin.com
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viernes, 10 de julio de 2015

Encierro de Fuente Ymbro para aficionados en San Fermín 2015




Rápido y espacioso encierro protagonizaron los toros de Fuente Ymbro, que completaron la carrera en 2:24 minutos; los ejemplares del señor Gallardo se descolgaron en varios pelotones, lo que aunado a la media asistencia, permitió ver grandes carreras desde la cuesta de Santo Domingo hasta la plaza. A la altura del cambio entre Mercaderes y Estafeta un toro apretó contra la pared al mozo de camiseta verde que se puso como blanco fácil; por milagro, San Fermín echó un capote. Lo mismo puede decirse de un mozo que metros más adelante fue adelantado por un toro; al caerse, le pasaron cuatro toros y dos cabestros golpeándole con las pezuñas y sin hacerse contra el mozo con los cuernos. En resumen, un gran encierro para el aficionado a las carreras y a lo verdaderamente significa correr delante de los toros en un encierro. El balance de heridos es bastante satisfactorio: apenas un trasladado por contusión.


Las fotos de Sanfermín.com ilustran lo sucedido




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miércoles, 8 de julio de 2015



Buen encierro de Victoriano del Río. Los toros completaron su recorrido 2:27 minutos. Un ejemplar se descolgó de la manada durante todo el encierro, permitiendo carreras emocionantes a la altura de Estafeta (donde un mozo de cabeza rapada protagonizó la mejor carrera de lo que va de la feria) y momentos de riesgo por los derrotes que iba tirando a diestra y siniestra. Muchos caídos y momentos de tensión, por fortuna saldados sin graves consecuencias. Apenas siete heridos. Los toros han mantenido el ritmo. Como dato negativo, a la altura del Callejón un mozo tomó el pitón del toro durante varios metros. Finalmente caería al suelo provocando la caída de otros corredores. No hay que olvidar la importancia de no tocar a los toros para avisarlos, pues por la tarde tres hombres se jugarán la vida frente a ellos.


Las fotos de Sanfermin.com ilustran lo sucedido.




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martes, 7 de julio de 2015



Encierro para aficionados. Los toros de la ganadería debutante de El Tajo y la Reina completaron el recorrido en un tiempo de 02:12, dejando grandes carreras en Estafeta para los mozos experimentados.

Los toros encaste Domecq dejaron para la reseña la velocidad, además de un carácter noble, pese a los tres heridos trasladados a centros asistenciales, uno por puntazo en la pierna y otro en la espalda. Hermanados con los cabestros y con apenas un descolgado, el encierro se verificó sin contratiempos. Un encierro para aficionados que aprecian la belleza de las careras en lugar de la espectacularidad del peligro.


Las fotografías de Sanfermin.com ilustran la ausencia de percances significativos. Como dato curioso, un cabestro se alebrestó ante dos corredores.
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lunes, 6 de julio de 2015

Emocionante encierro de Jandilla en San Fermín 2015


Emocionante y peligroso encierro de Jandilla que abre la feria de San Fermín 2015. Once heridos, tres de ellos por asta de toro, por fortuna sin consecuencias graves, ha dejando como saldo una carrera atropellada y veloz (2:23 de tiempo) en la que al peligro inherente del toro debió sumarse la aglomeración y las carreras sucias de los novatos.
Las emocionantes carreras de los expertos corredores se vieron opacadas por la aglomeración, los codazos y las caídas que entorpecían el camino. Poco para destacar. Muchos corredores se salvaron por milímetros de ser cogidos. La dramática foto de Ignacio Rubio retrata los momentos de angustia vividos por un corredor asido por el toro. Muchos capotes de San Fermín en el aire y pocas carreras reseñables. El diario de Navarra ha confirmado un segundo herido por asta de toro a la altura de Santo Domingo.
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domingo, 5 de julio de 2015

Forcados -La épica de Marcelo Lóia en Lisboa



PEQUEÑA Y PRESCINDIBLE INTRODUCCIÓN PERSONAL
Hace mucho tiempo quería escribir sobre los forcados. Vista la grandiosa complejidad cultural del tema, conocida su conmovedora ética del heroísmo, creía que era necesario investigar antes de escribir nada. Compré algunos títulos sobre forcados en la internet (Jackson Nichols,  Almeida o Sousa -con un título tan sugestivo como "Objectos perdidos na memoria de um guerreiro (forcado)"-, El paradójico lujo de ser forcado"), con la esperanza de hacerme con los suficientes arrestos intelectuales para el tema. Estaba dispuesto incluso a leer todo lo que pudiera, diccionario de portugués en mano. Navegué a fondo, conocí la historia de Sequeirinha, de António Gomes Abrey (una suerte de Joselito, pero en forcados), de Nuno Salvacao Barreto (cabo por 50 años del grupo de forcados amadores de Lisboa; casi nada).o de Simao Luis Reis, que practicó el toreo a pie, el rejoneo, pero terminó decidiéndose por "pegar o toiro" en el grandioso arte del forcado, en una renuncia al toreo regular que bien valdría una buena novela taurina, o por lo menos recordarlo, tenerlo presente como "gesto".  Vi muchos vídeos, algunos de ellos verdaderamente épicos, y me sentí subyugado por una nueva clase de afición.

Dentro del gremio de los que importamos libros, circunda una suerte de maldición que nos hace propensos a ser estafados por anónimos vendedores extranjeros que toman el dinero y jamás envían nada. Muchos colegas y amigos que importan libros ante la ausencia de buenos títulos en las librerías nacionales, han sufrido tremendas pérdidas por confiar su inversión a vendedores desconocidos en Amazon y otras plataformas similares. Hay casos dramáticos de colecciones completas de enciclopedias forradas en cuero que jamás llegaron a manos de sus compradores. Por años me sentí impune a esa maldición. Compraba y obtenía mis títulos en la puerta de mi casa luego de fatigosas semanas en las aduanas nacionales y uno que otro impuesto extemporáneo. Impune, hasta que un mismo paquete con un libro de recetas para postres (!) y mi pack de forcados se perdió en el tiempo y en el espacio, aún hoy. Antes, había tenido un cotilleo con otro libro taurino: el Antes y después del Guerra, comprado en Buenos Aires a un precio exagerado y jamás recibido en casa. Escribí incontables veces al vendedor tras pagar el precio, y solo hasta que vio su bandeja de entrada llena de mis reclamos-súplicas, se disculpó diciendo que jamás había tenido ese título, que no sabía la razón por la que Amazon había catalogado a Bleu en su librería, pero que con gusto me devolvía hasta el último centavo, cosa que por cierto hizo (no todos los argentinos son como cierto enquistado en Barcelona). Finalmente, pude comprar a un precio peor el libro de Bleu en España en una perdida librería de Alicante. Hasta el libro de Bleu llegó, pero nunca mi caja con libros de forcados y recetas de cremas francesas.
Nunca más volví a cocinar un postre en mi vida, pero no dejé de ver forcados:



   


Estos vídeos, correspondientes a la misma corrida de Fernandes de Castro, ocurriendo hace apenas algunos días en Lisboa, en medio del gran siglo XXI que clama contra la autenticidad del heroísmo  y la reemplaza por una patética piedad hacia lo doliente. ¡Qué gran reivindicación de lo verdaderamente moral y positivo de la vida y la muerte! 
Marcelo Lóila, forcado cabo del grupo Aposento do Barrete Verde de Alcochete, pega un par de  torazos inconmensurablemente poderosos, solo ofreciendo su cuerpo desnudo, sin armas, sin artificio, solo corazón y brazos al frente y luego aferrarse a la muerte como única posibilidad de vivir. Ver interminables veces estos vídeos es conocer un vestigio actual de lo que es realmente la tauromaquia. 


Par de torazos que fueron protagonistas de las pegas en jueves pasado en Lisboa.
Si pudiera deshacerme de esta sensación de gloria que experimento al ver el par de pegas, sería fácil ser antitaurino. Los toros, un respetable burraco y un negro con la cruz de Atanasio a kilómetros de distancia, además de respetables de estampa tuvieron un poderoso cuello y motor en los cuartos traseros para arrear en la embestida de forma que cualquier obstáculo frente a su movimiento sería despedido por los cielos con la misma facilidad con la que una retroexcavadora rompe una pared de cristal delgado. Pero Lóila se aferra con una fuerza inhumana a estas embestidas de locomotora sin soltarse jamás de ellas, pese a que los toros derrotan enloquecidos y arrean metiendo riñones como si estuvieran apretando un caballo de pica. El cuello de los toros, no lo perdamos de vista jamás, puede dejar en suspenso en el aire al binomio de picador y caballo de pica, que suelen pesar más de 600 kilos por los espesos percherones que se usan hoy. ¡Pues estos toros con dicha fuerza fueron los que atropellaron al forcado, sin que este se soltara mientras sus compañeros caían en el camino del toro cual fichas de dominó! Si el forcado cabo (el primero que recibe la embestida) cae al suelo deshaciendo la reunión con el toro, la pega queda invalidada y debe hacerse una nueva "tentativa". El cabo debe sujetarse en la cara del toro mientras sus siete ayudantes intentan inmovilizar al furioso animal, todo a mano limpia. Suena incluso ventajista, pero cuando te atropella una bestia de media tonelada que galopa contra ti y estás solo por unos pequeños segundos, no hay tal ventaja y sientes un golpe seco en las costillas a menos que te sepas tirar encima de su cabeza milésimas de segundo antes de que te toque. Es una compleja y bella forma de simbolizar todo enfrentamiento entre los toros y los hombres, verificados de los albores de la civilización hasta nuestros días, con toda su carga dramática, moral y estética. Cuando los hombres detienen al toro tras jugarse la vida con sus movimientos, solo puedes admirar el triunfo de la inteligencia contra la fuerza, pero sobre todo del espíritu contra la materia más poderosa. 
Particularmente esta secuencia de fotos logra emocionarme, como si viera la pega sucediendo en locomoción: 





Marcelo Lóia aguantó con heroísmo la embestida de sus dos toros sin soltarse y consumando las pegas a la primera tentativa. Sus compañeros caídos se incorporaron a la metralla del toro con el forcado, minotauro invertido que fue dejando hombres tirados en la arena, como testimonia la emocionante foto del reguero de gorros y zapatillas que sirve para abrir este texto. Lisboa de pie aclamaría al forcado, obligándolo a dar dos vueltas al ruedo en medio de una unánime ovación, sinceramente agradecida tras aquellos trances vistos, donde se había dejado de patente que la tauromaquia es una escuela de valores y un valioso reducto sobre la autenticidad y la valentía. Quisiera poder describir la grandeza de lo vivido en Lisboa el pasado jueves, roto y conmovido por esa prenda de arrojo con la que el forcado se aferró a los cuernos como algunos nos aferramos a la tauromaquia cuando la política, el falso arte, la enemistad o la basura nos hacen sentir desprecio por nuestro siglo.
De alguna forma, mi caja de libros perdida por la estafa acaba de llegar a mi casa.


                                

Nota sin texto: En 1836 la reina María II de Portugal** abolió la muerte a rejón del toro en los ruedos lusitanos. Ella legisló  para que los mozos encargados de defender al Rey ante las multitudes, valiéndose del bastón llamado "Forca", fueran los encargados de pegar (se entiende que el vocablo no significa lo mismo que en castellano) al toro como sustitución a la muerte. Aunque en Portugal muchos aficionados reivindican la muerte del toro en el ruedo, la mayoría han aceptado de buena gana este mecanismo de "sustitución simbólica". El toro, al detenerse por las manos limpias de los forcados, simbólicamente muere al no poder moverse, pues la quietud es la contradicción de todo toro de lidia. De hecho en el siglo XIX la pega del forcado guarda mucha similitud con la suerte de matar el toro a estoque, que también se hacía recibiendo la embestida, por lo que el paralelismo es más que esperable. Sin embargo, la práctica de detener toros a cuerpo limpio no fue una invención monárquica, sino que es una práctica común devenida del festejo popular portugués de la Capeia, donde los hombre detienen al toro tras una armazón de madera que sirve para proteger y contener a la vez. La fuerza de los toros al empujar contra la estructura de madera hace que los hombres vayan describiendo un círculo en los movimientos hasta que finalmente logran centrar al toro.

**Post data: Campo Pequenho me aclara que la reina María II no fue quien abolió la muerte del toro en el ruedo y que los forcados existen desde el siglo XVII, cosa que es idea de este texto al hablar de la influencia de la Capeia en la práctica.


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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".